miércoles, 16 de diciembre de 2009

Feliz Navidad





YA ESTÁN AQUÍ SI NADIE LO REMEDIA

Ya llegó oficialmente la Navidad y a servidora se la trae bastante al pairo aunque reconozca que le debemos una a la crisis: han llegado de acuerdo con el calendario gregoriano, o sea, en Diciembre, como Dios manda. ¡Conque usted piensa que soy una snob, que no digo más que imbecilidades para parecer una listilla del tres al cuarto! Pues le diré que de eso nada monada y que no se meta conmigo que las guardo finas. ¡Reflexione por Dios!
—¿A cuántas comidas y cenas tendrá que asistir?
—Bueno, a unas cuantillas, pero eso sí, a gusto, que uno aprovecha para ver a la gente que quiere una vez al año.
—Por un casual ¿se ha fijado  en lo que paga y en la birria de lo que le dan? ¿Cómo se siente después de haber ingerido esa insufrible mezcla de sofrito con turrón y de sopa con caviar falsificado? ¿Cómo se le queda el cuerpo y las entrañas?
—No insista querida señora, no me sea plasta, que a mí me gusta la Navidad.
—¿Y qué me dice de las compras? Horas y más horas delante de las cajas registradoras (¡bonita rima!). Pies alborotados y algunos sueños encontrados (y  siguen las rimas). Y después escuchará chiquicientas veces aquello de: “No se preocupe que siempre se puede descambiar. Tiene cuatro meses, seis días y cinco horas para hacerlo”. Pero ni por esas. Y mientras usted se debate entre varias peguntas de alto contenido existencial: ¿Querrá una corbata o una suscripción al  Playboy? (Piense: lo del Playboy lo tiene gratis en la playa de las Canteras) Y, entonces ¿qué le compro? Pues…unas cholas, unos pantalones cortos, y una gorrita de beisbol, para que se vaya preparando. También puede colar lo del Kamasutra con su DVD, y eso  aunque ellos piensen que ya se las saben todas. ¡Ay qué me parto! Lo cierto es que nunca está de más recordarles que siempre hay lugar para aprender, y que hasta la UNESCO aconseja eso del estudio a lo largo de toda la vida, más que nada por desatascar las neuronas, y por lo que sea que haya que desatascar.
—¡Conque ya se me va animando! ¿Pues no dice usted que la Navidad se la trae al pairo?
—Me quedo desperrada y más triste que una loba esteparia, por no hablar de los kilillos de más.
—¡No se preocupe, mujer, que le sientan de maravilla!
—¡Ay!, ¿usted cree?
—¡Que sí, que sí,  que todavía quedan muchos meses antes de la operación biquini!
—¿Entonces tocan mazapanes, pavos, Moët Chandon, subida a la torre Eiffel, paseo por el Sena, modelito, taconazo, hotelazo cinco estrellas, noche de loca pasión…?
—Tampoco hay que pasarse. Recuerde lo de las tradiciones, lo de que la vida se hace a retazos de felicidad. No olvide a su madre, a su abuela, a su tatarabuela.¿ Y qué hay de la mesa con las velitas, los paquete con los regalos, las horas y horas y horas y más horas delante del caldero? ¿Y de las tongas y tongas y tongas de platos, vasos, cubiertos? Por no hablar de los manteles manchados y requetemanchados. ¿Y la cara de felicidad de los suyos? ¿Quién se podría resistir?
— O sea, que este año tampoco toca.
—Tampoco.
—¿Ni siquiera lo de la última parte, lo de la noche de loca…?
—¡Qué pretensiones! ¿Cómo podría ser después de semejante  abarruntamiento digestivo? ¡Ni que uno fuera Supermán!
—¿Me puedo saltar lo de las truchas?
—¡No se atreverá!
—¿Y si simplificamos las compras y regalamos Bonos del Tesoro, o stoks options, o un manojo de boletos para una rifa de un viaje para tres, o unos cuantos “vales” para las rebajas?
—¡Siga, siga, no se corte mujer, cárguese la Navidad, degrádela un poco más! No sólo tiene uno que aguantar el dichoso Papá Noel, los renos cornudos, el arbolillo de las narices, sino que encima hasta se atreve con las truchas. Pero en este punto, querida señora, le informo que ha tocado usted en duro. ¡Se me pone el mandil, me compra las obleas, hace la masa, las rellena y  las fríe o  las mete en el horno que con eso no vamos a discutir!
—¡Qué cruz señor! ¡Viva la Navidad!

Pd.: Mis besos y abrazos para todos y todas, feliz año 2010 y eso lo digo de corazón.