jueves, 15 de abril de 2010
¿Qué es AGUAVIVA?
Cinco álbumes ilustrados para que los niños y las niñas se atrevan a ver con otros ojos algunos lugares emblemáticos de la ciudad de las Palmas de Gran Canaria: playa de Las Canteras, Auditorio Alfredo Kraus, puerto de La Luz, barrio de La Isleta, Plaza de Las Ranas, teatro Pérez Galdós y otros barrios de la ciudad.
Será un recorrido muy especial que podrán realizar cogidos de la mano de cuatro artistas que ponen todo su buen hacer al servicio de la mirada infantil: Luïsa Simón i Gispert, Marta Mariño, Juan Guerra y Pilar Rodiles
Los hemos titulado: El contenedor de sueños, Marilina Calderón, El misterio del teatro embrujado, El barrio de los Mil Olores, Plaza, placita, plazuela. Cada uno de ellos está compuesto por doce hermosos diseños llenos de aventuras por descubrir.
Nos acompañan en estas historias algunos personajes muy especiales: Fortunato, Jacinto y Marianela la polichinela; los perritos: don Bernardo, Manchada, Bardino y Flo; la Pandilla de la Isleta: Andresito, Mulan, Said y Fatou; Marilina Calderón y Horacio Caraderrascacio; la rana Juana, el Genio Orejudo, la Gran Dama Blanca, Andrés Caracortada, Antonio Malaspulgas…y algunos más
Les proponemos que desvelen algunos de los sucesos extraordinarios y misteriosos que han aparecido en la ciudad: ¿encontrará su tesoro la Pandilla de la Isleta?, ¿está embrujado el Teatro Pérez Galdós?, ¿se salvará el barrio de los Mil Olores?, ¿qué ha ocurrido en la plaza de Las Ranas?, ¿y en la playa de Las Canteras?...
PLAZA, PLACITA, PLAZUELA
EL MISTERIO DEL TEATRO EMBRUJADO
EL BARRIO DE LOS MIL OLORES
EL CONTENEDOR DE SUEÑOS
MARILINA CALDERÓN
Presentación oficial AGUAVIVA
El equipo que ha hecho posible AGUAVIVA
Vista general EXPO AGUAVIVA
miércoles, 14 de abril de 2010
Visita de alumnos/as de E. Arte
viernes, 12 de marzo de 2010
Ventanas
Las cosas, si se hacen, hay que hacerlas bien.
Desmochó el Reserva tinto de Rioja, aspiró su aroma morado, exhaló el aire y lo vertió dentro de la copa de Borgoña.
Se le encabritó el olfato. El caldo resultó ser fuerte, con cuerpo, levemente afrutado con regusto a roble antiguo.
Elevó la copa hacia la ventana para degustar al trasluz el color del vino. Era un burdeos oscuro, que manchaba las paredes de la copa e iba dejando un reguero de color sangre, como si estuviera dibujando un tapiz de iniquidades.
«Una joya como esta se tiene que airear. »
Lo removió de nuevo.
Desde que no trabajaba, había retomado el gusto por las cosas bien hechas, por los placeres escanciados al ritmo de la monarquía, como si su piso de noventa metros fuera un salón cualquiera del palacio de La Granja.
Había preparado un ragut de pavo, regado con cava y una mousse de limón como postre.
Sonó el teléfono. « Lo siento, una reunión de última hora…No sabes lo que te pierdes…de lujo asiático…lo probaré por la noche… las cosas se degustan en su momento y la noche aún no llegó, y ya no estamos para recalentarnos…lo siento…»
Las viandas terminaron en una bandeja frente al televisor. « Qué le vamos a hacer.» Se relamió de gusto igual que si fuera una gata y se atusara los bigotes. «Tal vez se pueda corregir un punto de sal y añadirle una chispa de jengibre»…y la mouse, suave y delicada, fue resbalando por el paladar.
Terminó el banquete y se dirigió a la cocina para fregar. Miró distraída por la ventana.
Enfrente, en otra casa, una mujer estaba sentada sobre una silla como si estuviera esperando algo. Viste pantalones y camisa blanca, lleva el pelo suelto un poco ondulado. Vuelve a mirar a la mujer porque se parece… ¿a quién se le parece?
Siente un poco de vergüenza porque no está bien espiar a los vecinos, pero no puede apartar la mirada de la escena. Se abre la puerta de la casa. La mujer se levanta y se acerca. Alguien entra. Es un tipo trajeado. La abraza. Ahora le regala un beso. ¿Será el de Judas Iscariote? Parece que se inicia una discusión. Ella se acalora. El sujeto se dirige hacia una alacena. Abre uno de los cajones. Se acerca parsimonioso. Le rodea la cintura con su brazo.
Y en ese momento ella piensa que si el hombre le hubiera deslizado una puñalada en el costado, estaba segura de que ella también, igual que su vecina, habría sentido como la misma puñalada trapera, en el sentido más estricto del término, la habría atravesado por análogo lugar en el costado equivalente.
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