miércoles, 2 de septiembre de 2009

La Caja Negra


El verano da para muchas cosas. Una de ellas, para mí la más placentera, es poder leer como una cosaca en cualquier lugar y sin sentirme culpable por las cosas que debería estar haciendo y que no hago por estar a la bartola leyendo.
Y ahora escuchen esto:
“Querido Alec:
Que no hayas destruido esta carta al reconocer mi letra en el sobre prueba que la curiosidad es más poderosa que el odio. O que tu odio necesita carne fresca”.
Así arranca La Caja Negra.
Decía Borges que su obra de teatro favorita era Macbeth porque empezaba arriba y terminaba arriba —la cita no es literal—. Y eso mismo es lo que sucede con esta obra del autor israelí Amos Oz: empieza alto, sigue alto y termina alto.
Y lo comento porque ha sido mi verano: “Amos OZ”.
La obra se articula en torno a una serie de cartas y telegramas que desgranan las relaciones entre personajes que han sido descritos y desarrollados con una maestría inigualable.
Giddeon, excombatiente judío y ahora brillante profesor universitario. Ylana, su ex esposa, que aún lo ama, confusa, impredecible, casada con un ultra ortodoxo. Boasz, el hijo imposible que finalmente parece convertirse en el más cuerdo de todos. Sommo, el nuevo esposo de Ylana. Zakheim, el abogado…
Y como telón de fondo, y sin que pueda ser de otra manera, el conflicto palestino israelí desde la perspectiva de un Amos Oz conocido por su defensa del entendimiento y la paz.
Y ahora sigan escuchando:
“¿Qué quiero esta vez? ¿Qué más puede pedir la mujer del pescador al pez de oro? ¿Otros cien mil o un palacio de esmeraldas? Nada Alec. No tengo nada que pedir. Sólo te escribo para hablar contigo”.
El libro es sencillamente magistral. Una tragedia de alcance Bíblico. Una tragedia muy recomendable.

4 comentarios:

Eduardo dijo...

Pues sí, señora. Es una obra maestra con uno de los mejores comienzos que uno recuerda. Buena recomendación.

HannibaLéctor dijo...

Deseando leerlo me hallo.

Purificación Santana dijo...

Después leí "Fima" y me pareció reiterativo y que lo que tardó cientos de páginas en narrar, ya estaba resuelto en las tres primeras.

Purificación Santana dijo...

Señor Hannibal Léctor: el libro lo tien usted en su casa.